¿Qué es la aceptación?

Primero me gustaría que aclarásemos conceptos. No es lo mismo resignarse que aceptar. Resignarse es hacerse a la idea de que las cosas son diferentes a como querrías que fueran, no son de tu gusto y entiendes que no puedes hacer nada, con lo cual renuncias a seguir agarrado a tu idea para intentar dejar de sufrir... pero ¿realmente dejas de sufrir por aquello? Sigue en algún lado de tu mente (o del corazón) y cada tanto vuelve como una herida que supura un poquito cada vez, no duele... pero de una forma u otra está presente, te acuerdas de detalles.

La aceptación se diferencia de la resignación en que comprendes con una conciencia más elevada el propósito que aquel hecho tuvo en tu vida, entiendes y confías en ese Universo sabio en el que todo ocurre por un motivo, en el que cada hecho tiene su para qué y todo es parte de ese aprendizaje que es esta escuela de la vida. Ya no tragas la situación junto con tu Ego y Orgullo, ya te rindes a esa inteligencia superior que en su perfección y sabiduría te envía en forma de sucesos tus lecciones.

Cuando aceptas, porque entiendes, ya no luchas contra lo que ves. Todo cuanto te pase lo consideras algo necesario y no solo lo aceptas sino que lo agradeces, y al hacer esto la lucha cesa. Ya no quieres lo que no es, ya no te quejas de que te pasó esto y no aquello, entiendes que eso era perfecto y necesario para tu evolución y desarrollo. Te animo a que empieces a practicar el agradecimiento de la totalidad de tus vivencias. No es cuestión de quedarse solo con lo positivo, es acogerlo todo, abrazarlo con el corazón amplio. Con este gesto, que al principio puede no resultar fácil pero que adquirirás práctica con su uso, te aseguro que al menos, vas a dejar de luchar contra lo que viene. ¿Cuántas veces escuchamos decir a la gente que ahí anda...luchando? Cuidado, no solo considerar a la vida como un campo de batalla es agotador, sino que el mandato se cumple y no ves nunca el fin a esa pelea contra la vida. Seamos concientes y prestemos atención a lo que sale por nuestra boca. En el fondo no somos tan diferentes a ordenadores que cumplen ordenes instaladas en nuestro software.

Si algo confiesan nuestr@s client@s es que al acabar nuestro proceso de trabajo se descubren más concientes, con ello más observadores, más humildes, más agradecidos y más aceptadores y así descubren que había otra forma de encarar la vida.

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